DEJEMOS QUE NO NOS QUITEN NUESTRA FANTASIA...









-       ¿ Que no existe Fantasia? - repitió Atreyu desconcertado.
-       Claro, hijito – respondió Gmork - , eso es precisamente lo más importante. ¿ No puedes imaginártelo ? Sólo si creen que no existe Fantasia se les ocurrirá visitaros. Y de eso depende todo, porque únicamente cuando no os conocen en vuestro verdadero aspecto puede hacerse con ellos cualquier cosa.
-       Hacer con ellos...¿ qué?
-       Todo lo que se quiere . Se tiene poder sobre ellos. Y nada da un poder mayor sobre los hombres que las mentiras. Porque esos hombres, hijito, viven de las ideas. Y éstas se pueden dirigir. Ese poder es el único que cuenta. Por eso yo también he estado al lado del poder y lo he servido, para poder participar de él...aunque de una forma distinta que tú y tus iguales.
-       ¡ Yo no quiero participar de él ! - balbuceó Atreyu.
-       Calma pequeño necio – gruñó el hombre-lobo-. En cuanto te llegue el turno de saltar a la Nada serás también un servidor del poder, desfigurado y sin voluntad . Quien sabe para qué les servirás. Quizá , con tu ayuda, harán que los hombres compren lo que no necesitan, odien lo que no conocen, crean lo que los hace sumisos o duden de lo que podría salvarlos. Con vosotros , pequeños fantasios, se harán grandes negocios en el mundo d ellos hombres, se declararán guerras, se fundarán imperios mundiales...
Gmork contempló al muchacho un rato con los ojos semicerrados, y luego añadió:
-       También hay una multitud de pobres zoquetes, los cuales, naturalmente, se consideran a sí mismos muy inteligentes y creen estar al servicio de la verdad, que nada hacen con más celo que intentar disuadir hasta a los niños de que existe Fantasia. Quizá tú seas útil precisamente a ellos.
Atreyu conservó la cabeza baja.
Ahora sabía por qué no venían ya seres humanos a Fantasia y por qué no vendrían nunca para dar nuevos nombres a la Emperatriz Infantil. Cuanto más se extendiera la aniquilación de Fantasia, tanto mayor sería el raudal de mentiras en el mundo de los hombres y, precisamente por ello , cada segundo disminuía la posibilidad de que viniera aún un ser humano.

* extraido de la obra " LA HISTORIA INTERMINABLE "

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