The party



Venid,
venid a ver,
rodear con vuestra energía ajena,
rellenar el vacío que todo lo tapa.
La fiesta,
la gran fiesta,
reclamo de invitación en cheque en blanco,
no es lo mismo sin gente,
gente sin nombre,
porque no lo necesitan.
La protagonista lleva la corona de anfitriona,
y así se vale,
aunque la corona esté oxidada y roida por canes hambrientos.
Pasad,
entrar en el salón de la desidia.
Locura contagiosa
adornada de comida putrefacta,
desconocidos cruzando palabras desconocidas,
palabras con reloj,
reloj mirando atrás siempre.
Pasado perenne
que atrapa y escupe desaliento.
Venid y sentaros cerca,
dejaros poseer,
engancharos al voltaje vital que huyó veloz.
Vampiros de la noche
con sed de recuerdos,
que no volverán.
Caras que cambian por segundos,
personajes bipolares
camuflados por la música,
extasiados en un baño de doble fondo.
Venid para disfrutar  palabras atrevidas,
encuentros que solo la noche puede diseñar,
dejar el cuerpo sin voluntad,
a ritmo sideral.
Al fondo,
marginado,
se encuentra el ángulo casi oscuro,
vacío y sonrojado,
donde se posan las vergüenzas,
donde nadie quiere mirar,
donde nadie es,
donde la fiesta se deshace en su propio calor.



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