Tarde para la playa



En el ocaso,
los restos del mar no quieren regresar,
atrapados en los surcos de la cálida arena,
formando asi un lenguaje,
su lenguaje.
Rayas oblicuas para pies juguetones,
rayos anaranjados con gajos azules,
para alimentar la vista.
Pequeñas  y grandes criaturas  juntas,
magnetizadas por fina arena,
anestesiadas por suave brisa,
amordazadas por el último suspiro del sol.
Tardes como esta ,
las recetaban hace siglos los médicos visionarios.
Los males lo sabían,
huyendo despavoridos,
quisieron ocultarlo,
pero nada se resiste al ocaso.
El ocaso es acaso la apnea del incrédulo,
su luz lo vence todo,
atrapando así  las almas huidizas,
dejando su marca en las retinas pasajeras.

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