Frío sol invernal



El frío abriga con su manto suave de nubes,
cualquier despiste de intenciones,
todo el horizonte siente el crujir del hielo,
las pisadas ponen la música
y el sudor de la nariz la danza acompasada.
Árboles que  con su sabiduría innata
aguantan estoicos la carga de nieve helada,
ninguna carga más,
despoje de sobras,
de errores
y de culebrones mentales,
que solo contagian humanos en deshoras,
dejados allí en fines de semana,
mientras la arbolada se sostiene en equilibrio.

Círculo invernal
que sabe el recorrido sin perderse,
sin confundirse,
y sin dudar de su propio ciclo.
Aceptando los designios de su naturaleza,
sin esperar cambiar el frío por el calor,
ni grados por estufas ardientes de rebajas.
Frío sol invernal
que tu llama aguante a lo lejos,
simplemente como recordatorio al hielo,
para que un día no muy lejano,
caiga inerte en el estanque subterráneo del olvido,
dando paso al renacer de la vida.
Aunque vida ya tiene,
bajo tierra,
en invernación,
esperando con un té impaciente.




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