El placer de leer


Y qué más da si afuera vociferan palabras enfermizas,
palabras sin culpa,
donde las únicas culpables son las bocas mal entrenadas,
castigadas por un estrés perenne y deshonesto.

Pequeño gran placer,
pararse y centrarse,
da igual si en casa,
en el metro,
en el hospital,
 haciendo cola en la lavandería,
sí,
da igual el donde,
nunca es un mal momento para dejarse absorver entre líneas.
Respirar la tinta suave que recorre
cada historia incierta aún por descubrir.

Palabras que entran en paz,
y beben paz.
Parar el mundo y abrir el  propio,
sentir las hojas en los dedos,
volar la mente,
sujetando firme el volante de cartón.
Disfrutar de un conocimiento ajeno,
de unas letras cogidas en la red de la inspiración,
y que luego se comparten,
bien colocadas para desordenar la mente,
o para amueblarla y corregir rumbo.
Rumbo lejano estando en quietud.
La experiencia es lo que cuenta,
nadie lo duda a estas alturas,
pero qué experiencia también ,
cuando después de leer nos quedamos rumiando,
saboreando y compartiendo el viaje.

Comentarios

Entradas populares