Carta del soldado desconocido- Ein Unbekannter
Carta
Con la tinta de mis venas escribo esta carta.
No tiene remite,
no quiero que vuelva.
Padre, madre, os echo de menos.
En el hondo agujero,
no cabe ni el recuerdo
ni el futuro.
No hay luz,
ni sonido alguno
que agite mi corazón.
Nadie habla.
¿ Por qué mis manos están manchadas
de un polvo que arde?
Aquí en la oscuridad
creo vivir un sueño continuo,
no puedo guiarlo,
ni salir de él.
El aire gime débil y apenas siento el aliento de mis compañeros.
No os preocupéis,
estad orgullosos de mí.
Antes de que el cielo borrara sus nubes,
pude colocar la bandera en sitio firme.
Banderas que me recuerdan lo que soy y de donde vengo.
Pero que no me dictan hacia donde ir.
En una gran montaña
la dejé ondeando,
para que a lo lejos mostrase orgullosa
su frágil equilibrio.
Los cuerpos se escurrían hasta el abismo,
formando escalones por donde iba bajando
hasta el campamento.
En la noche del último silencio,
pude conocer a cada uno de mis peldaños,
así preferí llamar a cada uno de mis compañeros.
Pude distinguirlos a todos sin verlos,
detalles que el barro no puedo borrar.
Recuerdos que la pólvora enciende en mi cabeza.
Mis manos siguen sucias
huelen a humo fundido.
Tufo perenne en las noches insonnes.
En este lugar, el fuego permanece atado.
El capitán dice que la muerte es un largo caminar.
Aquí estamos todos quietos,
eso me consuela.
Pienso que sigo vivo,
mañana saldrá el sol otra vez.
Aunque hay una cosa que no comprendo...
¿porqué ya no siento mis piernas ni mis brazos
al escribiros?
P.D Soldados desconocidos y personas que siguen atrapadas en tumbas de guerras mundiales sin recuerdos, depositadas en un cementerio extremeño
Con la tinta de mis venas escribo esta carta.
No tiene remite,
no quiero que vuelva.
Padre, madre, os echo de menos.
En el hondo agujero,
no cabe ni el recuerdo
ni el futuro.
No hay luz,
ni sonido alguno
que agite mi corazón.
Nadie habla.
¿ Por qué mis manos están manchadas
de un polvo que arde?
Aquí en la oscuridad
creo vivir un sueño continuo,
no puedo guiarlo,
ni salir de él.
El aire gime débil y apenas siento el aliento de mis compañeros.
No os preocupéis,
estad orgullosos de mí.
Antes de que el cielo borrara sus nubes,
pude colocar la bandera en sitio firme.
Banderas que me recuerdan lo que soy y de donde vengo.
Pero que no me dictan hacia donde ir.
En una gran montaña
la dejé ondeando,
para que a lo lejos mostrase orgullosa
su frágil equilibrio.
Los cuerpos se escurrían hasta el abismo,
formando escalones por donde iba bajando
hasta el campamento.
En la noche del último silencio,
pude conocer a cada uno de mis peldaños,
así preferí llamar a cada uno de mis compañeros.
Pude distinguirlos a todos sin verlos,
detalles que el barro no puedo borrar.
Recuerdos que la pólvora enciende en mi cabeza.
Mis manos siguen sucias
huelen a humo fundido.
Tufo perenne en las noches insonnes.
En este lugar, el fuego permanece atado.
El capitán dice que la muerte es un largo caminar.
Aquí estamos todos quietos,
eso me consuela.
Pienso que sigo vivo,
mañana saldrá el sol otra vez.
Aunque hay una cosa que no comprendo...
¿porqué ya no siento mis piernas ni mis brazos
al escribiros?
P.D Soldados desconocidos y personas que siguen atrapadas en tumbas de guerras mundiales sin recuerdos, depositadas en un cementerio extremeño
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